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Cirugía de cadera en Colombia transforma la vida de un ecuatoriano tras 11 años de dolor

  • José Vicente Endara, agricultor de Guayaquil, Ecuador, enfrentó más de 11 años de dolor crónico debido a una artrosis avanzada de cadera. Después de múltiples consultas médicas, decidió someterse a un reemplazo total de cadera en el Hospital Internacional de Colombia (HIC), marcando el inicio de una vida sin dolor.
  • Endara fue sometido a dos reemplazos de cadera no cementados, realizados con un intervalo de dos años, que permitieron una integración eficiente del implante con el hueso. Estas intervenciones, llevadas a cabo bajo estrictos protocolos de seguridad, facilitaron su recuperación funcional en aproximadamente dos meses tras cada cirugía.
  • Este tipo de procedimientos reflejan cómo pacientes de diferentes países están optando por buscar atención médica especializada fuera de sus fronteras. Factores como el acceso a tecnología avanzada y equipos médicos experimentados han llevado a casos como el de Endara a explorar opciones en Colombia, destacando la importancia de elegir soluciones médicas personalizadas.
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Bucaramanga, Colombia, enero de 2025. José Vicente Endara Vélez, un agricultor de 59 años de Guayaquil, Ecuador, vivió más de una década enfrentando los efectos debilitantes de una artrosis avanzada de cadera. La condición fue diagnosticada mientras residía en Estados Unidos, tras comenzar a experimentar un dolor persistente en la ingle derecha que afectaba su capacidad para trabajar y realizar actividades físicas. Luego de varias evaluaciones médicas, se confirmó que sufría un desgaste progresivo de la cápsula articular. Aunque recibió tratamientos paliativos, como infiltraciones, los especialistas le advirtieron que la única solución definitiva sería un reemplazo total de cadera.
Con el tiempo, el dolor se intensificó hasta el punto de limitar significativamente su día a día. “Tras 11 años de intenso dolor y una calidad de vida cada vez más limitada, los últimos años se volvieron especialmente difíciles, con restricciones tan severas que me impedían realizar actividades cotidianas. Fue entonces cuando decidí que era momento de operarme. Mi aseguradora, desde Ecuador, realizó una exhaustiva investigación para identificar las mejores opciones, incluyendo especialistas y hospitales en toda la región, incluso en Estados Unidos. Entre las opciones recomendadas, destacó el Hospital Internacional de Colombia (HIC)”, relata José.
Sin embargo, tomar esa decisión no fue sencillo. “Tengo un terror inmenso a las cirugías, una fobia que siempre me ha paralizado. Incluso busqué ayuda psicológica para afrontarlo, pero no continué con el tratamiento. Llegué a pensar que valía la pena soportar el dolor, aunque era excesivo. Había días en los que apenas podía trabajar; salía de casa, hacía lo mínimo necesario y regresaba. Al llegar, debía quedarme parado, agarrado de la puerta del carro durante 10 minutos, intentando reunir fuerzas para caminar, porque después de conducir no podía dar un paso sin sentir un dolor insoportable”, recuerda José.
A pesar de sus miedos, sabía que algo debía cambiar. “Había escuchado sobre el reemplazo de cadera aquí en Ecuador, pero la idea me aterrorizaba. Consulté a por lo menos cinco médicos y todos me dijeron lo mismo: debía operarme. Sin embargo, las explicaciones detalladas sobre el procedimiento solo aumentaban mi ansiedad y mi resistencia. Fue una decisión que postergué por años, pero finalmente entendí que no podía seguir viviendo así”, concluye.
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Un procedimiento innovador y personalizado
El reemplazo de cadera fue realizado por el Dr. Luis Alberto Salazar Gamboa, especialista en ortopedia y traumatología, quien llevó a cabo un reemplazo total de cadera no cementado, primero en la cadera derecha y, dos años después, en la izquierda. En ambas intervenciones se utilizó una prótesis diseñada para garantizar una integración eficiente con el hueso y ofrecer una durabilidad prolongada.
“El dolor severo y la pérdida progresiva de movilidad en ambas caderas fueron factores clave para tomar la decisión de intervenir”, explica el Dr. Salazar. “Optamos por un procedimiento no cementado, que proporciona resultados más duraderos y se adapta mejor a las necesidades específicas de cada paciente”. Cada cirugía, de aproximadamente tres horas de duración, se realizó bajo estrictos protocolos de seguridad, minimizando riesgos como infecciones, discrepancias en la longitud de las extremidades o complicaciones tromboembólicas.
El pronóstico a largo plazo es muy favorable. “Estas prótesis tienen una vida útil estimada de 20 a 25 años, siempre que el paciente evite caídas o accidentes que puedan comprometer las caderas”, señala el Dr. Salazar. “El éxito también depende de mantener un peso saludable, adoptar hábitos adecuados y evitar actividades de alto impacto”. José Vicente Endara pudo reincorporarse a sus actividades laborales dos meses después de cada intervención, retomando una vida activa y libre de dolor.
Una experiencia transformadora
José Endara describe su recuperación como un cambio radical. “El miedo a la cirugía me mantuvo paralizado durante años, pero tras el procedimiento, todo ese sufrimiento quedó atrás. Ahora me pregunto por qué no tomé esta decisión antes, ya que no solo me afectaba a mí, sino también a mi familia”. La operación no solo eliminó el dolor, sino que también le permitió retomar actividades básicas como caminar sin esfuerzo o amarrarse los zapatos, acciones que antes parecían imposibles.
Durante su estadía en el HIC, Endara destacó la atención integral que recibió. “El Dr. Salazar no solo demostró un gran profesionalismo, sino también una calidad humana excepcional. Todo el equipo médico estuvo pendiente de mí en cada etapa del proceso, y eso marcó la diferencia en mi recuperación”, señala.
Ambos procedimientos le permitieron recuperar su funcionalidad en un periodo aproximado de dos meses, tras los cuales pudo volver a una rutina activa y sin limitaciones. “Mi mensaje para quienes enfrentan esta decisión es claro: no dejen que el miedo los detenga. Esta cirugía no solo me devolvió la movilidad, sino también la capacidad de disfrutar nuevamente”, afirma.
Recordando un momento especial, Endara compartió: “El Dr. Salazar me mostró la imagen de mi prótesis y me dijo: ‘Este es el resultado de nuestro trabajo, y mi mayor satisfacción es verte caminar nuevamente’. Esas palabras reflejan el impacto positivo que este procedimiento ha tenido en mi vida”.
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Impacto regional y lecciones aprendidas
El caso de José Endara no solo refleja su transformación personal, sino que también resalta el reconocimiento del HIC como un referente internacional en la atención de casos complejos.
Según el Dr. Luis Salazar, este caso evidencia cómo los pacientes recurren a criterios científicos y referencias internacionales al momento de elegir instituciones médicas. “Muchas personas evalúan cuidadosamente las opciones disponibles, analizan recomendaciones y confían en nuestro criterio médico-científico tras entrevistas y valoraciones detalladas, lo que los lleva a optar por nuestra institución incluso frente a otras alternativas previamente consideradas”, sostiene.
El éxito de estos procedimientos, añade el Dr. Salazar, se basa en la combinación de tecnología avanzada, atención centrada en el paciente, estrictos protocolos de seguridad y la experiencia de un equipo altamente capacitado en el manejo de patologías complejas. “Estos elementos son esenciales para que pacientes, tanto nacionales como internacionales, elijan nuestra institución como un centro de referencia. Nuestro compromiso es mantener los más altos estándares, ofreciendo una atención que no solo cumpla con sus expectativas, sino que transforme profundamente su calidad de vida”, concluye.