Desde Guayaquil hasta Bucaramanga: la historia de Ricardo y la esperanza que encontró en Colombia
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Un bebé ecuatoriano de solo mes y medio de vida superó una infección respiratoria grave gracias a una terapia de alta complejidad y al trabajo articulado entre equipos médicos de Ecuador y Colombia. Su historia evidencia cómo la colaboración internacional y el acceso oportuno a tecnología especializada pueden salvar vidas.
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La oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO) reemplaza temporalmente las funciones del corazón y los pulmones, permitiendo que estos órganos descansen mientras el cuerpo se recupera. Como esta terapia no está disponible para pacientes pediátricos en Ecuador, un equipo del Hospital Internacional de Colombia (HIC) viajó a Guayaquil, lo conectó al sistema y logró trasladarlo de forma segura hasta Bucaramanga. La maniobra, una de las más complejas en medicina intensiva, se ejecutó con éxito gracias a la formación y experiencia del grupo médico.
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Tras iniciar el soporte ECMO, el paciente presentó complicaciones frecuentes en este tipo de casos, que fueron controladas a tiempo mediante seguimiento clínico riguroso. A casi dos meses del ingreso, recibió el alta médica en condiciones estables y sin secuelas significativas.

Bucaramanga, Colombia, mayo de 2025. Ricardo Luque nació en Guayaquil, Ecuador, con 36 semanas de gestación, una prematurez que aumentaba su vulnerabilidad ante infecciones respiratorias. A los 52 días de nacido —aproximadamente mes y medio— comenzó a presentar síntomas que se rápidamente se agravaron. El diagnóstico fue bronquiolitis aguda causada por el virus sincitial respiratorio (VSR), el principal agente de esta enfermedad en lactantes.
Aunque suele cursar de forma leve, la infección puede ser mortal en los más pequeños. Según un estudio publicado en The Lancet en 2022, el VSR fue responsable del 2% de todas las muertes en niños menores de cinco años y del 3,6% de las muertes en lactantes entre los 28 días y los seis meses de edad. Además, el 95% de las infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores y más del 97% de las muertes por VSR se registraron en países de ingresos bajos y medianos.
Inicialmente, Ricardo recibió oxígeno suplementario, pero en pocas horas su condición progresó a una falla respiratoria severa que requirió ventilación mecánica invasiva. Pese a los esfuerzos del equipo médico, su cuerpo no lograba oxigenarse adecuadamente ni eliminar los gases acumulados. La infección viral se complicó con una sobreinfección bacteriana, común en estos cuadros, y con una inflamación cardíaca (miocarditis aguda), acompañada de arritmias y alteraciones en los marcadores cardíacos.
Frente al deterioro progresivo, la única alternativa viable era iniciar soporte vital con oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO), una terapia que sustituye temporalmente la función de los pulmones y el corazón. Esta tecnología de alta complejidad no está disponible en Ecuador para pacientes pediátricos, por lo que la familia buscó alternativas en el exterior.
“Desde el primer momento nuestra intención fue trasladarlo. Pensamos en Estados Unidos, pero nos explicaron que no lograría llegar en su estado, que necesitaba un avión ambulancia con soporte ECMO. Fue ahí cuando nuestro seguro internacional, Best Doctors, nos recomendó el Hospital Internacional de Colombia (HIC), en Bucaramanga. Nos hablaron muy bien del hospital y decidimos confiar en ellos”, cuenta Cristina Coronel, madre del bebé.
Tras recibir el caso, el HIC Instituto Cardiovascular activó su equipo especializado en ECMO y estableció contacto con el equipo tratante en Guayaquil. En ese momento, Ricardo ya estaba intubado y bajo soporte ventilatorio. Aunque sus niveles de oxígeno eran relativamente estables, persistía una retención importante de dióxido de carbono, lo que indicaba una falla ventilatoria progresiva. Durante 48 horas, el equipo colombiano evaluó los exámenes clínicos del bebé, incluidos gases arteriales y radiografías, confirmando la necesidad de intervención urgente. Se tomó entonces la decisión de enviar un equipo médico desde Bucaramanga para valorarlo directamente en Ecuador.
“Cuando llegamos a la Unidad de Cuidados Intensivos en Guayaquil, Ricardo parecía estable. Pero al conectarlo a nuestro ventilador notamos que no toleraba los ajustes y que sus niveles de dióxido de carbono aumentaban rápidamente. Era evidente que no resistiría un traslado sin soporte ECMO”, explica la doctora Angélica Lucero Ortiz, especialista en Cuidado Intensivo Pediátrico y con formación avanzada en sistema de oxigenación por membrana extracorpórea y soporte circulatorio mecánico.
Tras conversar con los padres y explicar los riesgos y beneficios, el equipo inició la terapia ECMO en Guayaquil y organizó el traslado aéreo. El transporte de un paciente pediátrico en ECMO es una de las maniobras más complejas en medicina intensiva, debido a la necesidad de mantener una perfusión y oxigenación adecuadas durante todo el vuelo. Gracias a la experiencia del equipo colombiano, el traslado fue exitoso.
Ya en Bucaramanga, Ricardo ingresó a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos de la institución hospitalaria. Allí, un equipo interdisciplinario inició el proceso de estabilización. Aunque la terapia ECMO no cura directamente la patología pulmonar, sí permite que los pulmones descansen mientras se recuperan del daño causado por la ventilación invasiva prolongada. En Ricardo, esto permitió reducir los parámetros del ventilador mecánico, mejorar progresivamente la oxigenación y la eliminación del CO₂, y observar una recuperación pulmonar en las radiografías.
“En este caso, el trabajo coordinado entre médicos, enfermeros, terapeutas respiratorios y especialistas permitió retirar el soporte ECMO al quinto día. Es un tiempo corto y muy favorable en este tipo de pacientes”, señala la doctora Ortiz.
Aunque el progreso de Ricardo fue favorable desde los primeros días, su recuperación implicó superar desafíos clínicos comunes en pacientes conectados a ECMO. “Presentó una sobreinfección bacteriana, una complicación que ocurre en aproximadamente el 18% de los casos, y una coagulopatía que requirió transfusiones frecuentes y monitoreo hematológico constante”, explica la especialista. Gracias a la vigilancia estricta del equipo médico, estas complicaciones fueron detectadas y manejadas oportunamente, evitando consecuencias mayores como hemorragias cerebrales, consideradas entre los eventos más graves de esta terapia.
“Fueron días muy duros. Vivíamos con la incertidumbre de lo que podía pasar en cualquier momento, pero algo que siempre nos sostuvo fue el trato humano del equipo. Sentíamos que Ricardo era el paciente más importante, pero luego entendimos que esa misma dedicación la tenían con todos los niños. La atención fue impecable en todo sentido”, afirma Cristina, al recordar la experiencia vivida en Bucaramanga.

Finalmente, Ricardo fue dado de alta luego de casi dos meses de atención especializada y regresó a Ecuador junto a sus padres. Durante su estancia en Colombia, la familia recibió apoyo logístico y acompañamiento permanente por parte de la Oficina Internacional del HIC, que facilitó su estadía con opciones de alojamiento, contacto permanente con el equipo tratante y respaldo emocional en cada etapa del proceso.
Hoy, Ricardo se encuentra estable y creciendo junto a su familia. Su caso representa una historia de vida que une a dos países y demuestra lo que la medicina moderna y el trabajo colaborativo pueden lograr.
“A veces, lo más importante es saber que no estás solo. En Bucaramanga, lo supimos desde el primer momento”, concluye Cristina.
Un referente en soporte ECMO
La unidad de ECMO del HIC Instituto Cardiovascular fue una de las primeras en América Latina. Inició en 2007 con capacidad para cuatro pacientes y, tras la pandemia, amplió su cobertura a 24 unidades simultáneas. Actualmente, cuenta con equipos entrenados específicamente en transporte crítico y soporte vital avanzado, tanto en población adulta como pediátrica.
Solo en el último año, la institución ha recibido alrededor de 50 pacientes internacionales, dos de ellos pediátricos en ECMO, con una tasa de éxito del 100%. Más allá de la sobrevida, el objetivo del equipo es lograr una recuperación funcional que permita al paciente reintegrarse a su familia con calidad de vida.
